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El exilio institucional: El Gobierno autonómico vasco y sus delegaciones en el exterior (1937-1965) (III/III)

Oscar ALVAREZ GILA, CBS-UNR Reno
Eneko SANZ GOIKOETXEA, Universidad del País Vasco

Un exilio dentro del exilio: hacia América

La corriente migratoria después de la última guerra civil española a la que nos hemos referido varias veces, ha supuesto también para la obra vasca de América una aportación que no podemos silenciar. Nos referimos a la existencia de Delegaciones del Gobierno de Euzkadi en la mayoría de las capitales americanas. Estas Delegaciones, por su labor de aglutinación y de impulso de todas las actividades vasquistas, están en el origen de gran parte del incremento de la obra vasca del nuevo continente.1

La rápida, y por ello más inesperada derrota de Francia ante la ofensiva de la Blitzkrieg alemana en la primavera de 1940, puso nuevamente a las instituciones del exilio español republicano en la tesitura de una nueva huida precipitada, un exilio dentro del exilio. Barridos casi todos los refugios en el continente europeo —Londres sería la única excepción—, con el gobierno descabezado por la desaparición del propio presidente, copado por el avance de los alemanes en Bruselas —permanecería desaparecido por un periodos de once meses, hasta su reaparición pública en Montevideo—, las miradas se pusieron en el continente americano. El propio Gobierno vasco gestionaría algunos acuerdos para privilegiar la aceptación de los exiliados vascos a Argentina y Venezuela. A ello seguiría, muy rápidamente, el establecimiento de delegaciones en las principales capitales del continente, tomando como base el asentamiento previo de colectividades inmigrantes. Las Delegaciones añadirían de este modo, a sus anteriores cometidos, uno nuevo de propaganda, difusión y búsqueda del apoyo material y moral de los vascos del exterior.

Expedición a El Havre para embarcer a Venezuela. Año 1939

Expedición a El Havre para embarcer a Venezuela. Año 1939.

Ya en octubre de 1940, Manuel de Irujo había hecho hincapié en la división de las comunidades vascas en centros separados por fracturas ideológicas, algo que achacaba a ser “consecuencia de la situación de Euzkadi y de la carencia de conciencia en el momento en que los vascos salieron de Euzkadi”2. De hecho, como reconocería en 1943 el propio lehendakari, una de las primeras labores que hubo de realizar en América fue enderezar una situación adversa que no dudaba en calificar de “caos”3: “Cuando yo llegué a América encontré todo desolado pero en pié aun. Comenzó la labor de reconstrucción y vino la ayuda abundante de nuestros compatriotas, viejos emigrantes por lo general, que acudieron a mi llamamiento con largueza”4.

La implantación de las Delegaciones vascas en América se produjo en dos, o quizá tres oleadas sucesivas, entre 1938 y 1942. Inicialmente, cuando todavía estaba activa la Guerra Civil española, entre 1938 y 1939, se creó un número limitado de Delegaciones en algunos de los puntos de mayor importancia del continente, por su relevancia política (Nueva York) o por la notable presencia inmigrante vasca allí residente (Buenos Aires o México, por ejemplo). Tras la rápida modificación del panorama en Europa con el estallido de la Guerra mundial, y con el traslado a América de destacadas personalidades políticas vascas, entre ellas algunos miembros del propio Gobierno Vasco, en 1940 se extiende la red de delegaciones a otros países, por impulso del provisional Consejo Nacional Vasco radicado en Londres (orden del 4 de octubre). En el propio acta fundacional del Consejo, marcada por la incertidumbre y la provisionalidad ante la rapidez de los acontecimientos bélicos en la Europa continental, se centraba en la importancia del aparato administrativo de las delegaciones como base sustentadora de la continuidad de la política vasca:

Las gestiones y la administración de los intereses vascos, la guarda de sus caudales, la orientación política de las delegaciones y la unidad orgánica vasca, exigen que se actúe sin solución de continuidad. Unos meses moviéndose cada cual por su cuenta, nos llevarían al caos político deshaciendo toda la obra hecha a tanta costa. Eso hay que evitarlo a cualquier precio, como hay que evitar que por falta de fondos se cierren las Delegaciones o por no existir quien las designe nuevos Delegados vacantes.5

Este proceso será asumido y promocionado por el propio lehendakari Aguirre tras su reaparición sano y salvo en Uruguay, y sería él mismo el que, en un largo periplo durante 1942 que le llevó por la práctica totalidad del continente americano, promovería con su presencia la formación de nuevas delegaciones, incluso en países en los que la presencia vasca era muy reducida o casi testimonial. El propio Aguirre señalaría, tras finalizar este recorrido, que “mi alegría ha sido muy grande cuando a mi regreso he visto que las Delegaciones funcionaban y que en lugar de desaparecer las existentes han sido creadas otras. Éste es uno de esos tantos prácticos que valen mucho, y que se debe a vuestra actuación ayudada por los delegados”6.

Ese mismo año 1942, además, se dan los pasos para establecer una especie de organigrama más o menos congruente al entramado de delegaciones vascas en América (algo sobre lo que ya se había previsto actuar durante el proceso de creación de delegaciones por parte del Consejo Nacional Vasco), aprovechando la llegada a este continente de grupos de exiliados de alta significación política (Cuadro nº 1). San Sebastián7 señala en concreto el arribo a Veracruz en el vapor Nyassa, el 22 de mayo de 1942, de un grupo de políticos, cuya presencia sería aprovechada para otorgar una mayor dimensión y racionalidad a las Delegaciones:

Antón Irala —que viaja acompañado de Telesforo Monzón— se instala en Nueva York, para reforzar la Delegación, ya que Ramón de la Sota Mac Mahón se ha alistado en el Ejército norteamericano. En una reunión con Aguirre, se decide que Monzón ostente la representación oficial del Gobierno Vasco en México, coordinando la actividad de los otros tres consejeros [se refiere a Aznar, Nárdiz y Toyos], mientras Julio de Jáuregui se haría cargo de la Secretaría General de la Delegación —ya había ocupado el mismo puesto en Barcelona—. Asimismo le encarga la elaboración de un censo de refugiados vascos en América. Por su parte, José María de Lasarte se encargaría de la coordinación de las Delegaciones y la captación de fondos, mientras que Pedro de Basaldúa se trasladaba a Buenos Aires para reforzar la Delegación.8

Cuadro nº 1: Estructura orgánica de las Delegaciones del Gobierno Vasco (1936-1979)

Zona Delegacion principal Delegación subordinada Fechas de vigencia Delegados
ESPAÑA Madrid   1936-1937 Jesús de Galíndez
  Barcelona   1937-1939 Enrique de Aldasoro
  Valencia   1936-1938 Manuel de Irujo (1936-1937); Luis Areitioaurtena Arizpe (1937-1938)
EUROPA París9  

1936-1939
1945-1950

Rafael Picavea (1936-1939); Francisco Javier Landáburu (1945-1950)
    Bayona

1936-1940
1945-1979

J. Oruezabala (1936-1937); Francisco Javier Gortázar Manso de Velasco (1937-1940); Havier de Cortázar (1945-1979)
    San Juan de Luz 1937 Sin delegado fijo
    Burdeos 1936-1945 Juan de Zubiaga (1936-1937); Félix de Rotaetxe (1937-1940); Julián Mateo (1945)
  Bruselas  

1938-1940
1944-1980

Martín Lasa Ercilla (1938-1974); Juan María Aguirre Lecube (1976-1980)
  Londres   1937-1966 José Ignacio Lizaso (1937-1945), Manuel de Irujo (ext. 1940-1946); Ángel Gondra (1945-1954); Jesús Hickman Urrutia (1954-1966)
    Dublín 1937 Ramón Laborda (enviado extraordinario)
  Ginebra   1939 Francisco Javier Landáburu
  Europa del Este Sofía 1947-1949 Pedro María de Irujo Ollo
    Belgrado 1947-1949 Álvaro Guardiola
    Budapest 1947-1949 Ricardo Nalda
    Varsovia 1947-1949 Francisco Andrés Iturbe
    Praga 1947-1948 Angel Aguirre (1947); Manuel Epalza (1947-1948)
  El Cairo (Egipto)   1947-1949 Antonio Zugadi
  Roma   1948-1953 Teodoro de Aguirre Lecube
AMÉRICA Nueva York   1938-1966 Antón de Irala (1938-1939; 1942-1946); Manuel de la Sota Aburto (1939-1942); José Urresti, Juan Aramburu y Eustacio Arritola (1946-1950); Jesús de Galíndez (1950-1956); Jon Bilbao Azkarreta, Jon Oñatibia y Pedro Beitia (1956-1966).
    Boise (Idaho) 1939-1940 Jon Bilbao Azkarreta
    República Dominicana 1939-1948 Eusebio Irujo Ollo (1939-1940); Jesús de Galíndez (1940-1946); Manuel Martínez de Ubago (1946-1948)
    La Habana 1939-1958 José Luis Garay
    Manila 1945 Ricardo Larrabeiti
    Puerto Rico 1941 Atendida desde N. York
  Buenos Aires   1938-1980 Ramón María Aldasoro Galarza (1938-1946); Francisco de Basterretxea (1946-1951); Pedro Basaldúa Ibarmia10 (1951-1980
    Santiago de Chile 1941-1975 Pedro Aretxabala Elustondo
    Montevideo 1940-1971 Roberto Guisasola (1941-1964); Vicente Amézaga (1943-1955)11; Pedro Artetxe (1964-1971)
    Bolivia 1946 Ismael Escobar
  México D.F.   1936-1980 Francisco Belausteguigoitia (1939-1942); Telesforo Monzón (1942-1946); Francisco Eguilaz (provisional 1946; 1964-1966); Antonio Orbe (1947-1948), José Luis Irisarri (1948-1957); Antonio Zugadi (1960-1964); Manuel Karabias Aldekoa (1966-1973); Alberto Azúa (1973-1980)
    Guatemala 1950 Antonio Zugadi (1950-1951)
  Caracas   1940-1980 Jesús María Gárate (1940-1948); Luis de Bilbao (1948-1951); Ricardo Maguregui (1951-1955); Lucio de Aretxabaleta (1955-1967); Fernando de Carranza (1967-1980)
    Panamá 1939-1947 Juan González de Mendoza
    Bogotá 1939-1980 Francisco Abrisqueta (1939-1945); Andrés Perea (1945-1980)
    Ecuador 1940-1947 José Luis Ibarra (1947)

La financiación del Gobierno Vasco y su entramado institucional en el exilio representaba, ciertamente, uno de los problemas capitales tras la doble pérdida de la derrota en la Guerra Civil y la precipitada huida de Europa que había dejado todos los activos del Gobierno Vasco en manos de sus acérrimos enemigos.12 El problema del sostenimiento económico del Gobierno sería uno de los elementos clave en las décadas sucesivas13, sobre todo desde el momento en que se fue percibiendo, desde la desesperanza, que las perspectivas de un pronto retorno a la democracia y el fin del exilio eran cada vez más remotas. Paulatinamente, ya no sería el Gobierno el que dotaría de presupuesto a las Delegaciones para su actividad, sino que éstas asumirían, entre sus funciones, la promoción de acciones para la consecución de fondos para el sostenimiento del Gobierno, especialmente mediante colectas y acciones similares en los círculos de las colectividades vascas. Durante las décadas de 1950, 1960 y 1970, se repetirían con frecuencia los llamamientos “a todos los vascos demócratas residentes en México [y en otros países americanos] instándoles a que sigan prestando su colaboración moral y económica a la obra que viene desarrollando el Gobierno Vasco contra el régimen dictatorial del Estado español”.14

1 LASARTE, J.M. de; “Los vascos en América”, VIIème Congrès d’Etudes Basques. Eusko Ikaskuntzaren VII. Kongresua. VII Congreso de Estudios Vascos (7, 1948. Biarritz), Donostia, Eusko Ikaskuntza, 2003, pp. 341-344, cit. en p. 344.

2 JIMÉNEZ DE ABERASTURI CORTA, J.C.; De la derrota a la esperanza. Políticas vascas durante la Segunda Guerra Mundial (1937-1947), Bilbao, IVAP, 1999, p. 353.

3 Ibidem, p. 352.

4 CENTRO DE DOCUMENTACIÓN DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DEL PAÍS VASCO, Leioa (Vizcaya), Colección Archivo de Santiago Aznar, Carta de Aguirre a S. Aznar. 22 de septiembre de 1943.

5 Acta de constitución del Consejo Nacional de Euzkadi y parte del acta de una reunión del Comité Permanente del Consejo Nacional de Euzkadi. Londres, julio 11y 15, 1940. Copias. En GOIOGANA, I.; X. IRUJO y J. LEGARRETA; Un nuevo 31..., 2007, pp. 378-379.

6 Carta de José Antonio Aguirre a José Ignacio Lizaso y Manuel Irujo. Nueva York, diciembre 3, 1941. Original. AN-GE-465-2. En GOIOGANA, I.; X. IRUJO y J. LEGARRETA; Un nuevo 31..., 2007, pp. 402-421

7 SAN SEBASTIÁN, K.; El exilio vasco en América. 1936/1946 - Acción del Gobierno, San Sebastián, Txertoa, 1988, p. 9.

8 Ibidem. En gran medida, esta estructura no hacía sino poner en práctica lo que ya había determinado el Consejo Nacional Vasco en su decreto del 4 de octubre de 1940 sobre “reorganización y potenciación” de las Delegaciones. Como señala Ugalde Zubiri (La actuación internacional del Gobierno Vasco en el exilio (1939-1960), Programa de Becas Postdoctorales de Perfeccionamiento del Personal Investigador, Universidad del País Vasco, investigación inédita, 1997, pro manuscripto): “Se establecieron dos categorías: las ‘generales’ y las ‘locales’, dependientes éstas de aquellas. Las Delegaciones Generales eran cuatro: 1) Nueva York -a su jurisdicción pertenecerían las delegaciones locales de las ‘Antillas’ y Filipinas-; 2) México; 3) Caracas —de la que dependían las delegaciones en países de Centroamérica, Colombia y Ecuador—; y 4) Buenos Aires —a la que quedaban ligadas las representaciones en Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú y Brasil—. Entre otros extremos de su funcionamiento, se dejaba claro que los delegados deberían seguir las orientaciones emanadas del CNV y que la financiación de las Delegaciones correspondía a las comunidades vascas establecidas en los países donde se ubicasen”. También JIMÉNEZ DE ABERASTURI CORTA, J.C.; “Los vascos en la II Guerra Mundial. De la derrota a la esperanza”, Oihenart. Cuadernos de Lengua y Literatura, Donostia, 14 (1997), pág. 57-84.

9 Desde 1950 se convierte en la sede oficial del Gobierno Vasco en el exilio.

10 Fue refrendado en el cargo por el nuevo Gobierno vasco, manteniéndose hasta 1982.

11 Aunque Amézaga nunca llegaría a ser nombrado oficialmente Delegado, ejerció de facto este puesto durante los años que estuvo destacado en Montevideo.

12 UGALDE ZUBIRI, A.; La actuación internacional..., 1997.

13 “Reunión del Gobierno de Euzkadi en Europa”, OPE, nº 33, 17 de junio de 1941.

14 “Ratificación de apoyo al Gobierno de Euzkadi”, OPE, nº 3159, 18 de mayo de 1960.

 

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